Cuando eras pequeño, sabías que se
acercaba la Navidad porque en la televisión no paraban de anunciar juguetes.
Ahora me fijo en otros anuncios como los de turrón, de cava, de bombones y,
sobre todo, los de perfumes. Sin duda llega la Navidad porque dos de cada tres
anuncios son de una fragancia.
La verdad que las firmas se lo curran
un montón, intentando despertar el deseo del espectador. La mayoría de las
veces por no decir todas, recurren a grandes modelos, actores y actrices de televisión que más
representa el espíritu del perfume.
Pero los anuncios de perfume,
envueltos en un clima mágico y sensual, aportan un punto de vista pasivo de la
feminidad. La mujer aparece juntos al producto y su cuerpo funciona como un
reclamo sexual, una especia de promesa para el espectador. Por ejemplo, el
famoso perfume de j’adore, muestra a una mujer con una mirada tímida y su
cuerpo semidesnudo. A pesar de ser perfumes para la mujer, atraen la mirada del
hombre.
Los anuncios que se encargan de propagar
la imagen de mujer sumisa, objeto de placer y supeditada al hombre son
denigrantes para el colectivo femenino porque presentan un contenido sexista y
orientado a satisfacer las necesidades de los hombres mostrando a la mujer como
mercancía de una forma sutil, el rol que se desea que juegue dentro del sector
publicitario.
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